Se supone que tengo que escribir, durante esta semana, todo lo que siento por tí. Lo que sea, sean cosas buenas o malas, sentimientos dulces o amargos, cualquier pensamiento.
Pero ya casi ni pienso en ti, solo una vez, de hecho, una vez que a veces dura todo el día: cuando me despierto ahi estás frente a mí en ese lecho que compartimos. Me despierto, me baño, me visto y me voy a trabajar. En el camino pienso en tí, en las calles que caminamos tantas veces, algunas de la mano.
Paso todos los días frente al centro médico al que me llevaste porque estabas preocupado por mí. Paso por la farmacia a la que fuimos después, y por la esquina donde tomamos un taxi para regresar a trabajar. En ese taxi me miraste con deseo. Yo tenía ganas de llorar, por mí y por tu ausencia.
Sí fuiste bueno conmigo a veces. Cuando me llevaste al hospital por segunda vez. Recuerdo como me aferraba a tí para no caerme en el metro, mientras ponía todas mis fuerzas en no llorar. Tenía miedo pero quería alargar esos momentos para siempre. Momentos en los que podia estar junto a tí, donde nadie sabía quienes éramos y podíamos aparentar que estábamos juntos y que estar juntos estaba bien.
Luego paso por las calles que no significan nada entre tú y yo. En esas calles me doy cuenta de la única sobreviviente de nuestra historia soy yo. Tú moriste en el momento en que te fuiste, en el momento en que me escribiste ese mensaje de despedida, diciendo que volverías y gracias por todo.
Dios me libre de volver a vivir lo que viví cuando te fuiste. Que me libre de volver a estar en el fondo de un mar tormentoso y agitado del que no puedo salir. Que me libre de hundirme en un amor tan inmenso y tan dañino, que me libre de volver a tí.
Dios me libre de herir a alguien como lo hiciste tú conmigo. Que me libre de arrastrar el corazón de alguien en el lodo. Que me libre de pisotear un amor tan hermoso, que me libre de ser tan ciega que no pueda ver la luz en la vida y en los ojos de alguien más. Que me libre de ser egoísta. Que Dios me libre de ser tan cobarde como tú.
Sé que si te perdono, seré libre. Y dejaré libre a tu alma también.
Cuando llego a casa en la noche, me siento mejor, casi curada. Todos los días veo gente y situaciones que me hacen sentir renovada. Me siento satisfecha de haber sobrevivido y de poder darle la cara al sol una vez mas y ya no creer que no merezco verlo por la mañana. Me siento alegre de verme mas madura y fuerte, me siento orgullosa de poder verme en el espejo y poder volver a sonreírle a aquella que me mira.
Me siento cansada de tí. Me siento cansada de pensarte, de quererte, de desear encontrarme contigo en casa esquina del mundo. Cansada de saber que no pasará y sorprendida de darme cuenta de que en realidad me importa cada vez menos y que tengo cosas más importantes y más hermosas y útiles que hacer con mi vida que recordar que existes.
Ya no estoy tan segura de que el amor verdadero no muera jamás.