Lirio

Así que, antes de que se acabe el día, pensé en escribirte algo. A tí, mi amiga desde hace tanto años. ¿Quién iba a imaginarse que esas dos muchachas que empezaron como maestra y alumna se convertirían en amigas y seguirían siéndolo 11 años después?

No recuerdo el día que te conocí, pero recuerdo que en el primer curso que te dí estaban tú, Lilia y un tal Pablo. Recuerdo que en ese curso, que por cierto empezó en marzo, compré unos zapatos negros con mi primer sueldo. Recuerdo que se los enseñé a tí y a Lilia. Cuando terminó el curso, ustedes pidieron a esta muchachita principiante para que volviera a darles clase. Y así pasaron muchos cursos,  al principio llevaba la cuenta, pero ahora ha pasado mucho tiempo y ya no recuerdo cuántos fueron.

Recuerdo como cada sábado nos íbamos a comer y luego yo te llevaba a las librerías. Espero que tu mamá no haya pensado que yo era una mala influencia. Creo que los libros no son un vicio tan malo, después de todo. Gracias por haber ido siempre conmigo y no haberte quejado. No sé si lo disfrutabas, pero creo que por lo menos fingías muy bien.

Cuando yo encontré otro trabajo, seguimos frecuentándonos, hasta que un día me dijiste que te ibas a Suiza. Me dio gusto, gusto que te salieras de ese trabajo horrible y que por lo menos por unos meses descansaras de todo eso.

No sé si tu te imaginabas lo que pasaría, pero yo no me esperaba la noticia que trajiste a tu regreso: habías conocido a alguien y te quedabas en Suiza! Me acuerdo que dije: ¿y a quién le pediste permiso? Es gracioso, siempre pensé que seríamos amigas hasta que fuéramos viejitas, pero nunca me imaginé que te irías.

Perdimos el contacto largo rato. La verdad es que tu me escribías más a menudo de lo que lo hacía yo. Gracias por tenerme paciencia con eso. La vida se me va a veces más rápido de lo que yo quisiera y pierdo de vista detalles que son muy importantes.

Te casaste con Dieter. YO me fui a vivir a Inglaterra. Fue muy lindo estar más cerca de ustedes y haber podido conocer donde viven y acompañarte un poco en tu embarazo. Me gustó el lugar donde vivían: tan tranquilo, rodeado de la naturaleza, lleno de paz.

Siempre has sido muy generosa conmigo. Tú me financiabas mi colección de tarots (te fuiste antes de que la termináramos!!!), a veces me dabas dinero así nada más, de la nada; Dieter y tú me han dado de comer, me han llevado de paseo, me han regalado muchas cosas. Pero de todo, lo que más les agradezco es que me hayan permitido entrar en su casa y que me hayan ofrecido su amistad y su confianza.

Nació Andrea y me enamoré de ella. Está bien bonita y es muy divertida y te hace enojar (lo cual es divertido también, jeje). Ha sido muy bonito que me hayas permitido ayudarte a cuidarla aún y cuando no me dejé que me pusieras a cambiarle los pañales!!

He roto lámparas y toda clase de cosas en tu casa, y aún así me siguen aceptando.

Más que todo lo demás, quiero agradecerte, LInito, por aguantarme tantas cosas. Sé que no soy la persona mas agradable del mundo en ocasiones; sé que puedo llegar a ser muy difícil; sé que puedo ser a veces muy ruda.

Siento mucho haber perdido la paciencia contigo en más de una ocasión, pero es que a veces tienes la molesta tendencia a tener la razón, y me caes gorda. Pero luego se me olvida y me caes bien, no te preocupes.

Gracias por todo lo que has hecho por mí en estos 11 años, Lino. Gracias por estar ahí siempre que te he necesitado, gracias por no juzgarme en mis peores momentos, gracias por tratar de entenderme, gracias por todo tu apoyo, gracias por quererme.

No quería que se fuera este día sin decirte lo que significas para mí.