Mis colmos

1. Que el teléfono de Gandhi suene como el de mi oficina.

2. Que cada vez que veo la barra inferior de Windows espero ver el sobrecito del Outlook.

3. Que cada vez que hablo por teléfono con alguien y oigo el timbrecito del Outlook digo: “ahí te hablan” pero secretamente veo la barrita inferior para ver que no sea a mí.

4. Que después de una larga semana si me toca salir temprano el viernes, las mamás de los escuincles digan indignadas:  “¿ qué, ya se va?”

5. Que las mencionadas mamás me digan “Señorita Paty”. ¿Para eso fui a la universidad?

6. Cuando les marco a mis papás de mi casa y marco primero con 9. Y luego maldigo el teléfono porque no marca.

7. Cuando suena el teléfono de mi casa y estoy a punto de contestar: “Supervisión Académica”.

8. Que los alumnos digan cosas como:

a) No falté porque yo quisiera, es que salí de vacaciones. ¿Me puedes justificar las faltas?

b) No fueron faltas, fue por viajes de negocios.

c) Es que ya falté dos veces y sólo me quedan dos faltas. ¿Qué tal si me enfermo?

d) No sé que me pasó hoy, ¿puedo volver a hacer el examen? o ¿no hay algo así como un examen extraordinario?

 

¿¿Juventud??

Hoy por la tarde me quedé a ayudar a Jacquie a observar las prácticas de los alumnos del Teachers’.  Llegué un poquito tarde porque habíamos ido por un café y habíamos tenido una conversación sobre mí; recogí mis cosas y me dirigí al ahora salón 4. Entré al salón y las chicas ya estaba listas para empezar su clase.

Patricia entró con la mochila, bufanda alrededor del cuello, chamarra colgando del brazo izquierdo, café en la mano izquierda, y papeles en la derecha; por tanto era un poco torpe, jaja.

Cuando por fin terminé de acomodarme, me preguntaron si no quería poner mi mochila en otro lado, a lo que respondí que no. Me preguntaron si iba a estar en la clase, y por supuesto respondí que sí. Pasaron varios segundos que a ellas deben haberles parecido eternos a juzgar por su expresión y entonces comprendí: seguían esperando a que llegara el observador. Les dije que yo iba a observarlas y se miraron unas a otras con incredulidad, y una hasta me preguntó: ¿de verdad?

Sí, de verdad.

Cuando salí de la observación les conté a Jacquie y Rebeca el episodio, y después de reír por horas, Rebeca sugirió que la próxima observación me pinte unas canas y unas arrugas.

Me cayó en gracia que después de 9 años me siga pasando: cuando empecé a trabajar y una maestra de alemán subió a regañarnos por hacer mucho ruido y al no ver a ningún adulto responsable se fue a quejar a la dirección; cuando apenas entré al Anglo y el guardia no me dejaba salir; cuando en una de las escuelas en Inglaterra no me quisieron prestar un salón porque necesitaba acompañarme un adulto…

¡¡¡PATATAS FRITAS CON SOPA DE GATOS!!!

Hoy…

-trabajé de las nueve de la mañana a las tres y cuarto de la tarde sin descanso.

-saqué a un niño del salón porque se estaba “descosiendo” (favor de preguntar a la abuelita mas cercana, traté de buscar una alternativa finolis de decirlo pero no encontré) y los otros niños me dijeron después que no era él sino un aparatito… como sea, me cayó mal y este año escolar como que no estoy mucho de humor para sus bromas.

-caí en cuenta que “Catsup” a mis alumnos les suena a Cat soup (guácala). A ver si así se acuerdan. Creo que el otro día persuadí a otro alumno de ser abogado porque le suena a “avocado” (jajajaja).

-Me comí dos de los tres últimos chocolates Lindt que me regaló Lirio. Esos sí son chocolates… el mejor lo dejo para mañana…

-Mi adorable jefa me arrebató un paquete de plumones nuevo y casi casi me dijo: “Los viejos son buenos para tí.” Finísima persona…