Te di mis sueños para que caminaras sobre ellos.
Te habría dado la seda marina del cielo estrellado.
Mentiste.
Las estrellas como trozos de vidrio me rasgaron la piel.
Me rasgaron el alma.
Ahora solo quedan tiras de alegría, enredadas con el mar revuelto,
con la espuma turbia del mar enfurecido por la tormenta.
Te di mis sueños para que caminaras sobre ellos.
Me devolviste sueños pisoteados.
Híbridos de pesadilla, burdamente cosidos con lágrimas,
desgarrados por las uñas del dolor.
¿Querías acaso la tela del universo?
¿Los diamantes solares engarzados en mi piel?
Los habrías arrancado como me arrancaste la alegría,
como me arrancaste el corazón y la fe.
¿Querías la luz de la mañana,
la luz ambarina de la aurora,
la sombra de la noche y la penumbra de mi habitación?
¿Querías el oro del sol chorreando plata sobre el río?
¿Para qué, si eres ciego?